En ocasiones
la realidad supera a la ficción, para prueba de ello asómense a cualquier libro
de historia (“La Guerra de las Rosas” es prácticamente Game of Thrones excluyendo a las lagartijas gigantes que escupen
fuego). Puede que la historia no necesite ayuda de nadie para ser extravagante
pero de vez en cuando es divertido mitificar los eventos del pasado, siempre y
cuando la intención no sea más que un divertimento inofensivo, como es el caso
de La Gran Muralla, que aun al contar
con una premisa un tanto ridícula, se siente que solo toca muy superficialmente
una historia que daba para algo más, tal vez no demasiado, pero definitivamente
algo un poquito mejor al resultado final.
En La Gran Muralla descubriremos el “verdadero”
motivo de la existencia de la Gran Muralla China. En una expedición al enigmático
territorio chino, William (Matt Damon) y Tovar (Pedro Pascal) se topan con una
de las construcciones humana más icónicas y sorprendentes de la historia: La
Muralla China. Intrigados por la épica construcción y el numeroso ejército que
la resguarda, William y Tovar se ven envueltos en un sorprendente conflicto que
no solo amenaza a la nación China sino al resto del mundo.
El punto más
fuete de La Gran Muralla no es ni su excéntrica
historia ni sus planos personajes, el enfoque del filme está en sus
extravagantes escenas de acción, lamentablemente, y como suele ser el caso en
muchas películas de este tipo, las mejores partes son visibles en el trailer
dela cinta, dejando poco o nada para la sala de cine, lo que resta es una lapso
entre escenas de acción que, si bien logran dar una mínima profundidad a la
trama, nos hacen desesperar un poco mientras esperamos la siguiente
emocionante, ridícula y muy colorida secuencia de acción. Un ejemplo de estas
escenas “extra” son una subtrama que involucra a Willem Dafoe, trama que no
aporta nada a la historia principal y que solo es paja innecesaria para hacer a
la película unos cuantos minutos más larga de lo que debería.
La atmosfera
de la historia es bastante agradable, alejándose por completo de lo que se podría
considerar una película “histórica” y abrazando una estética más similar a una
obra de fantasía épica. Siguiendo con la estética, el vestuario y las coreografías
en general son algo que inmediatamente llaman tu atención; hay quienes podrán decir
que es tonto o incluso “políticamente incorrecto” vestir a soldados orientales
de manera que parezcan sacados directamente de un episodio de los Power Rangers, y tal vez tengan razón,
pero este elemento solo acentúa más al atmosfera de cuento de hadas que en ocasiones
el filme intenta exhibir.
La cinta usa
extensamente la animación por computadora para crear a los antagonistas,
desafortunadamente el CGI es bastante malo y se ve tan real como un anuncio de
mujeres solteras en tu zona, de esos que se ven en las páginas porno (me han
contado. N-no… No es que yo sepa algo de ese tipo de cosas…), sin embargo esto
es medianamente justificable si tomamos en cuenta la gran magnitud de creaturas
que se muestran en pantalla a la vez. Gracias a La Gran Muralla ya tengo más o menos una idea de cómo luciría un “Zerg
Rush” en la pantalla grande (googlen ese término si quieren).
La Gran Muralla se atreve a jugar un poco con su
premisa pero al mismo tiempo se siente como si se limitara a sí misma para no
caer en la parodia, lo cual es admirable pero al mismo tiempo esto hace que la producción
se sienta con un potencial un tanto desaprovechado. Divertida a secas y sin
ninguna otra pretensión más que entretener por un rato, La Gran Muralla no es ni de cerca un clásico, pero sí es una
moderadamente entretenida forma de matar el tiempo.
La Gran
Muralla: 2/5. Meh.
Mejor que:
Furia de Dragones (2007), El Cazador y la Reina de Hielo (2016), 47 Ronin
(2013).
No tan buena
como: Héroe (2002), El Último Samurái (2003).
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