Para
sorpresa de absolutamente nadie, soy fan tanto del anime como del manga
(solidificando así mi propia existencia como el estereotípico ñoño) o para ser
más específico, solía ser fan. Poco a poco me he alejado de esta rama de la
cultura ñoña, más que nada porque entre más viejo me hago me es más fácil ver
los clichés que plagan a este tipo de obras, lo cual me exaspera a más no
poder, sin embargo la manera más sencilla de reanimar mi interés en los “monitos
chinos” es mostrándome una nueva versión de alguna serie con la que ya este
familiarizado. Debido a lo anterior, no lo voy a negar, me sentí emocionado al
poder ver en la pantalla grande Yu-Gi-Oh!:
El Lado Oscuro de las Dimensiones, película que celebra los 20 años de la
franquicia (maldición… sí que estoy viejo…) y debo reconocer que lo mejor,
mejor dicho lo ÚNICO bueno de la experiencia es que me regalaron una carta del
juego al comprar mi boleto.
En Yu-Gi-Oh!: El Lado Oscuro de las Dimensiones
nos volveremos a encontrar con Yugi Moto, sus amigos y su pasión por los juegos
de cartas intercambiables para niños. Ha pasado tiempo desde que Yugi se despidió
del espíritu de Atem. Sin poder aceptar la despedida del faraón, Seto Kaiba se
ha obsesionado por revivir el espíritu de Atem y así poder vencer a su eterno
rival definitivamente y comprobar de una vez por todas quien es el verdadero campeón
de los juegos de cartas intercambiables. Por si esto fuera poco, Yugi y compañía
se ven amenazados una vez más por una fuerza misteriosa que tiene lazos con el
antiguo Egipto.
Si no son
fans de la serie original de Yu-Gi-Oh! estoy 100% seguro de que al escuchar la
sinopsis anterior no tendrán ni la más remota idea de que carajos estoy
hablando, y ese es precisamente uno de los problemas más grandes de la película.
Seamos honestos, este problema no es exclusivo de El Lado Oscuro de las Dimensiones, sino que es una dolencia que
aqueja a prácticamente toda cinta basada en un anime o manga. Este tipo de película
apela al gusto de los fans de la serie en que está basada, sí, pero hace poco o
nada por llamar la atención nuevos fans potenciales, dándonos un revoltijo que
no tiene ni pies ni cabeza a menos que ya hayas visto una serie de televisión de
pinche mil capítulos o leído un manga con tantos volúmenes que necesita su
propia sección en una biblioteca.
Bueno, sí la
película no es amigable con nuevos espectadores, entonces por lo menos puede
entretener a los fans de antaño ¿Cierto? No realmente. Para poder contarnos una
historia “nueva”, la película se ve forzada a retomar tramas que ya se habían cerrado
bastante bien en la obra original, dándole a la historia una sensación de “fanfic”
barato que no es más que una excusa para seguir con conflictos que tiene mucho
de haberse resuelto. Por si esto fuera poco, los escasos nuevos personajes,
aunque intentan ser originales, resultan ser una versión pirata de personajes
que también ya hemos visto antes. El nuevo villano, fuera de un diseño ridículo,
pero adecuado para la serie, no es más que una copia casi al carbón de Marik
Ishtar, uno de los antagonistas de la serie original, y que al final no ofrece absolutamente
nada nuevo.
La animación,
el supuesto punto fuerte de la cinta, es buena a secas. El aspecto visual en su
mayor parte es bueno, pero la calidad de animación no está a la par de lo que
se podría esperar de una producción cinematográfica, es más como un capítulo de
anime en alta definición, agradable a la vista, sí, pero nada verdaderamente
espectacular. Lo anterior se ve afectado aún más al utilizar una combinación entre
animación tradicional y efectos por computadora, elementos que simplemente no
funcionan bien juntos, contrastando horriblemente uno con el otro en lugar de
complementarse.
Por muy fan
que sea de la serie original e incluso del juego de carta (aún conservo mi
baraja), Yu-Gi-Oh!: El Lado Oscuro de las
Dimensiones no es más que una producción que busca alimentarse de la
nostalgia pero que no ofrece nada que no hayamos visto antes. La trama es lenta
y aburrida, los nuevos personajes no tienen un impacto duradero en el canon de
la franquicia, además toda la “acción” se ve relegada al final de la película
pero el filme es tan innecesariamente largo que cuando llega lo emocionante ya
has perdido todo el interés que pudiste haber tenido y para colmo el final es
el peor caso de “Deus Ex Machina” que haya visto en mi vida… aunque ese siempre
fue el caso también en el anime, así que por lo menos es consistente en ese
punto, supongo. Solo hay dos razones para ver Yu-Gi-Oh! El Lado Oscuro de las Dimensiones: 1.- genuinamente estar
interesado en reencontrarse con estos personajes del pasado. 2.- Conseguir la
carta gratis que el cine regala al ver esta película. Si no tienen ninguna de
estas dos motivaciones, mejor absténganse de ver esto. Lo que sea de cada
quien, por lo menos pude conseguir una carta de Obelisco El Atormentador que va
a ir directo a mi baraja, algo por lo que habría matado a cualquiera con mis
propias manos hace veinte años.
Yu-Gi-Oh!:
El Lado Oscuro de las Dimensiones: 1/5. Mala.
Mejor que:
Yu-Gi-Oh! (1999).
No tan buena
como: Yu-Gi-Oh!: La Pirámide de la Luz (2004), Yu-Gi-Oh!: Lazos Más Allá del
Tiempo (2010).
Ahora un
mensaje especial. La película no me gustó en lo más mínimo, pero aun así debo
decir que si tienen un genuino interés en la franquicia o en el anime en
general, apoyen la distribución oficial de la película y vayan al cine. Puede
que hoy sea algo más o menos cotidiano, pero en el pasado el interés de traernos
este tipo de animación era prácticamente nulo. Si les interesa, apoyen para que
los cines nacionales se atrevan a arriesgarse y traer más producciones de anime
a la pantalla grande, si no luego no se quejen de que nunca nadie se interesa
por el anime a nuestro país.
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